Los detectores de humo son componentes fundamentales en cualquier sistema de alarma contra incendios, diseñados para detectar la presencia de partículas de humo en el ambiente y activar alertas rápidamente. Funcionan como los "ojos" del sistema de detección, monitoreando continuamente el aire en busca de señales de combustión, incluso antes de que el fuego sea visible. La rapidez con la que un detector de humo identifica un incendio inminente puede marcar la diferencia entre una evacuación segura y la propagación incontrolada de las llamas.
Existen diferentes tipos de detectores de humo, siendo los más comunes los detectores por ionización y los detectores fotoeléctricos. Los detectores por ionización son más sensibles a incendios con llamas rápidas, mientras que los fotoeléctricos responden mejor a incendios con combustión lenta y producción intensa de humo. En muchos casos, ambos tipos de detección se combinan en un solo dispositivo para ofrecer una cobertura más amplia y precisa. Tan pronto como se detecta humo, se activa el sistema de alarma, activando dispositivos audiovisuales para alertar a los ocupantes y, en sistemas integrados, notificar a los servicios de emergencia.
Además de su función principal de detección, los detectores de humo modernos pueden integrarse con sistemas inteligentes, lo que permite el monitoreo remoto y el mantenimiento preventivo. También se pueden ajustar a diferentes niveles de sensibilidad, dependiendo del entorno en el que estén instalados, minimizando las falsas alarmas en lugares con altas concentraciones de partículas en el aire, como cocinas o áreas industriales. De esta manera, los detectores de humo no solo protegen vidas, sino que también garantizan una respuesta rápida y eficiente en caso de incendio, previniendo mayores daños a la propiedad.

